Aunque para miles de personas, lo normal es utilizar el agua del grifo tanto para sus rutinas de higiene como para ingerir, las condiciones de composición del líquido no son las mismas en todos los lugares, haciendo que en algunas zonas sea necesario procesar de manera distinta el líquido vital.
El agua se clasifica como agua dura o agua blanda. La distinción entre una y otra se basa en el número de minerales disueltos en ella. El agua dura contiene una gran cantidad de minerales de calcio y magnesio, mientras que el agua blanda contiene poco o nada de éstos. En lugar de tener niveles más altos de calcio y magnesio, el agua blanda tiende a tener concentraciones más altas de sodio.
Cuando el agua mantiene una concentración superior a 60 miligramos por litro de se considera dura, aunque el agua extremadamente dura puede superar los 180 miligramos por litro. En estos niveles, empieza la aparición de problemas como estancamiento del flujo del agua en las tuberías y la acumulación de minerales que afecta a los electrodomésticos.
A medida que cae el agua de lluvia, ésta es naturalmente suave. Sin embargo, mientras se abre camino a través del suelo y hacia nuestras vías fluviales, recoge minerales como tiza, cal y principalmente calcio y magnesio, y es así como se convierte en agua dura.
Dado que el agua dura contiene minerales esenciales, a veces es el agua potable preferida, tanto porque puede aportar algunos beneficios para la salud, como por su sabor. Aún con esto, persiste el mito de que el agua dura representa riesgos para quienes la beben; pero no es así.
Por el contrario, además de que puede tener un mejor sabor, se han encontrado beneficios positivos para la salud por beber agua dura, ya que el calcio y el magnesio juegan un papel importante en la mejora de la función cardíaca, la digestión, la regulación del azúcar en la sangre e incluso en la lucha contra el cáncer.
De hecho, no se recomienda el consumo de agua blanda para las personas con problemas cardíacos o circulatorios, o en general, para quienes están siguiendo un régimen alimenticio, debido a que durante el proceso de ablandamiento, a medida que se eliminan los minerales, aumenta el contenido de sodio.
No es casualidad que exista un riesgo menor de desarrollar enfermedades cardiovasculares en áreas donde el agua tiene el mayor contenido de minerales. Así que, sí, el agua dura tiene bastantes beneficios para la salud. El calcio y el magnesio son minerales importantes que el cuerpo necesita para el crecimiento y el funcionamiento de los huesos y músculos, y regulan la presión arterial y las acciones enzimáticas. El consumo de agua dura puede ser una fuente de estos minerales.
Si no se proveen los cuidados necesarios, el agua dura únicamente repercute de manera negativa en el funcionamiento de las instalaciones de plomería y electrodomésticos en el hogar; pero, en términos de consumo, muchos expertos afirman que el agua dura es mucho mejor que el agua blanda y ninguno de ellos ha podido comprobar, de manera concluyente, que su ingesta tenga efectos negativos en la salud.
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